domingo, 1 de julio de 2012

OTRO CUENTO DEL GRAN MAGO


Avanza Ariel Ortega con la soberbia de quien se sabe vencedor, se saca rivales de encima con el esfuerzo que cualquier paisano se quita la caspa del hombro, se aproxima a paso firme, los títulos lo avalan. Llegará otra vez el momento de enfrentar al arquero, tendrá pronto una nueva historia para contar a sus hijos. Acongojado mira el rostro del portero, la ficción ya tomó su cuerpo, abandona su pose quijotesca, para encarnar al viejo Quasimodo. El tiempo se frena es una fracción de segundo. El arquero, la pobre víctima, es el único que no sabe el desenlace de esta historia. Da un paso hacia adelante y busca los ojos de Ariel, intentará mirar fuerte y llamar al diablo si es posible, para tan solo dar la sensación de seguridad. Pero el Changuito de Ledesma conoce y reconoce a otros actores, más a los clásicos matones, esos que abundan en potreros y se pierden en la posteridad. Mirara nuevamente al portero, pero este intercambio será más intenso, le ofrecerá su poción tan solo para saciar la sed del lungo, este, ofendido, tomará con los ojos cerrados, cegado de poder confirmando el reto. A la hinchada se le iluminan los ojos, el silencio previo al gran desenlace, avala la gran picardía. Otra vez se miraran los ojos, retador y retado, nuevamente abran chispas en este encuentro, el Burrito abandonará abatido este choque, mientras el anónimo clamará por su batalla, haciendo honor al rol que le ocupa tocar en esta historia. Sin embargo un movimiento imperceptible, casi redundante, acompañado de una sonrisa, que ya casi es lástima, de aquel aventurado Burro elevará del suelo el balón olvidado hasta aquí. Se incorporará con la fuerza del cosmos, ahuyentado cualquier esfuerzo absurdo, hará volar palomas tan solo para convertir a esta historia en eterna, llamará a la lluvia para darle un contexto emotivo y destruirá esa copa de vino para la alegría del pueblo que lo quiere para él. Las instrucciones fueron dadas por la varita del mejor maestro, la pelota sabe muy bien que hacer, lentamente irá hacia su destino ineludible, se incluirá en la memoria de cada espectador, se hará eco en la boca millones. El gran mago, se sacará el disfraz que mejor lo supo acobijar, volará con la soltura de los ángeles y se abrazará con su mentor. Ovación.


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